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18 avril 2010

Novena Mario Hiriart

Novena Mario Hiriart

Mario ayuda, Mario ayudarà


Es, en verdad, sorprendente la cantidad de personas que reciben favores del Siervo de Dios Mario Hiriart. Él intercede, junto con su Madrecita ante el Padre misericordioso. Parece que Mario ayuda, no sólo, pero sí especialmente en circunstancias parecidas a las que él vivió en la tierra. Por ejemplo, ocurre así en temas de salud, en dificultades de trabajo, en situaciones de soledad y de preocupaciones afectivas; tiene especial cuidado por los jóvenes y sus problemas, ayuda a recobrar una fe viva en Cristo, en la Iglesia, en los sacramentos.

Testimonios


1.- “El 13 de mayo de 1996, revisé unos recortes de diario para mi trabajo de profesora. Encontré un artículo que decía ‘un ingeniero inició camino de santidad’. Me fijé en la foto y encontré un parecido entre Mario y mi papá cuando joven. A fines de mayo me dieron la noticia de que mi padre tenía un tumor canceroso. Un par de semanas después tuve un sueño en el que mi mamá me decía: ‘Mony, tu papito está súper bien gracias a ese joven al que tú le rezaste’, y yo le pregunté ¿qué joven? ‘ese joven que es ingeniero’, me dice ella y me desperté. Me puse a buscar todos los papeles hasta que encontré el nombre del joven ingeniero y le empecé a reza a Mario todas las noches. Hasta hoy yo rezo todas las noches y mi papito ha sanado súper bien.” María Cristina Toro Sánchez, Coquimbo.

2.- “Jubilé de mi trabajo de obrero en San Bernardo. He pensado postular a Diácono. Mi trabajo de apostolado es en los sindicatos de trabajadores industriales. Trato de llevar la presencia de Cristo salvador, llevando a su Madre que lo tiene en sus brazos, a los lugares de ese trabajo tan duro. A veces no sé cómo sigue la película, no sé qué hacer para cumplir con mi misión. Lo que más me ha ayudado es ir siempre con la Virgen y Mario. Voy a la tumba de Mario en La Florida y le pregunto directamente: ‘¿qué hacemos Marito?’. Siempre me dice: ‘Nibaldo, recemos juntos’. Entonces yo rezo con él y ahí sale la solución. Podría contar muchos casos bien increíbles, pero mejor lo dejo así por ahora, pero le cuento cuál es mi lema: ‘Mario, amigo, camino contigo.”. Nibaldo Solano, San Bernardo, Chile. Septiembre de 1996.


3.- Me dijeron que mi amiga S. estaba con una depresión. Para acompañarla llamé por teléfono. Salió ella y noté en su voz un tono de esperanza que me sorprendió.. Me dijo que había sufrido mucho pero que ahora veía una salida, pues su familia estaba pidiéndole a Mario Hiriart que la ayudara, que ahora tenía fuerzas para luchar.” Una estudiante universitaria.


4.- “Somos un grupo de hermanas Marianas que trabajamos en los países que eran comunistas hasta hace poco. Planeamos hacer un congreso sobre el Santuario-Hogar en esos países donde fue tan difícil trabajar. No teníamos dinero para pagar viajes y estadías de familias con muy pocos recursos. Hicimos peticiones a organizaciones mundiales de ayuda. Recibimos una negativa. Cuando estaba todo perdido, un sacerdote nos dijo que nos encomendáramos a Mario Hiriart. Nunca le habíamos pedido nada a él. Lo hicimos y, contra todo lo esperado, reconsideraron la decisión y nos dieron la plata. Mario se ha mostrado como amigo e intercesor de las familias, porque él tiene un gran corazón para ellas.” Hermana M. Hedithe Maximini. Vallendar, Alemania. Mayo de 1998.


5.- “Mi familia está formada por mi marido, yo y siete hijos. Mi marido trabajaba en su propia empresa con un socio. Todo comenzó a andar mal, casi hasta la quiebra y esto repercutió sicológicamente en mi marido. Rezamos con mis hijos la oración de Mario. Pedimos medios para vivir y educar a nuestros hijos y también que se convierta nuestro corazón. Se encontró un nuevo trabajo y volvimos a la normalidad. Estoy realmente agradecida de Mario.”

Primer día: Confianza en la Divina Providencia



Lector Uno: Fuimos bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad. Hoy renovamos nuestro bautismo con la señal de la cruz.


Todos: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. (se persignan).


Lector Dos: Hay momentos en los que sentimos que nadie en la tierra nos puede dar respuesta a las preguntas más difíciles de nuestra vida, como el por qué del dolor, qué será de mí mañana... Hay palabras que ayudan. Pero la última respuesta sólo está en que Dios nos cuida.


Lector Uno: Un testimonio de Mario. Mario Hiriart muere joven, fuera de su patria. Allá en Estados Unidos, en Milwaukee, en junio de 1964, está con cáncer, agoniza. Tiene miedo y le confidencia a un sacerdote amigo: “No creas que me siento fuerte frente a esto, ni nada por el estilo. No creas que no me duele, no creas que no tengo miedo...Tengo miedo...tengo miedo...tengo miedo. Le tengo apego a la vida, quisiera seguir viviendo. Bueno, tú sabes, soy ingeniero, me gusta planear, tengo una mente lógica; Dios me la dio y como tal la tomo. Y toda mi vida he pasado planeando lo que voy a hacer en los días siguientes. Había soñado siempre con muchas cosas para el futuro. Y ahora tú ves, tengo simplemente que decir un sí, Padre, no mis planes sino los planes de Dios. Dios es Padre, Dios es bueno, todo lo que Él hace es bueno. Yo había pensado que la cosa sería muy bonita, o de otro modo, pero Dios la pensó así. Y te digo, Padre Humberto, humanamente es duro, no pretendo esconderlo...Humanamente es durísimo, uno le tiene un apego a la vida extraordinario. Y eso lo siento mucho más ahora...”


Lector Dos: Palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo. “Por eso os recomiendo que no andéis angustiados por la comida y la bebida para conservar la vida o por el vestido para cubrir el cuerpo. ¿No vale más la vida que el sustento, el cuerpo que el vestido?. Fijáos en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni meten en graneros, y sin embargo, vuestro Padre del cielo las sustenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? ¿Quién de vosotros puede, a fuerza de pensar, prolongar un tanto la vida? ¿Por qué os angustiáis por el vestido? Observad cómo crecen los lirios silvestres, sin trabajar ni hilar. ... Pues si a la hierba del campo que hoy crece y mañana la echan al horno, Dios la viste así, ¿no os vestirá mejor a vosotros, desconfiados?. Mateo 6, 25-30.


Lector Uno: Recemos juntos la oración del primer día. Todos: Señor Jesús, te hiciste hermano nuestro en el seno virginal de María para revelarnos a Dios como Padre. Tu discípulo Mario vivió confiando heroicamente como hijo. Concédeme la gracia de entregar todas mis preocupaciones, angustias, planes y anhelos a la sabia Providencia del Padre. Amén.


Lector Dos: Mario nos invita a tener la confianza de un niño. En un momento de oración ponemos lo que nos preocupa en el corazón del Buen Dios. Hacemos silencio bajo la mirada amorosa del Padre de los cielos. (pausa) Tomamos como propósito de este día: Cada vez que me sienta débil y necesitado, diré las palabras que tanta fuerza daban a Mario: “Dios es Padre, Dios es bueno, bueno es todo lo que Él hace”.


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Todos: Jesús, Buen Pastor, te alabamos...

ORACIÓN POR LA BEATIFICACIÓN


Jesús, Buen Pastor, te alabamos porque quisiste permanecer cerca nuestro en el sacramento de la Eucaristía.Te alabamos porque regalaste a Mario Hiriart la vocación de ser cáliz vivo, portador tuyo a los hombres según el ejemplo de María. Él te siguió como tu discípulo en medio del mundo, siendo heroicamente fiel a su Alianza de Amor con la Madre tres veces Admirable de Schoenstatt. Confiados en que tú lo escuchas con agrado, encomendamos a su oración... (aquí se dice la intención por la cual se implora) Con gratitud te pedimos, Señor, que tú concedas a Mario el reconocimiento de la Iglesia y pueda ser beatificado para bien de todo el Pueblo de Dios, para gloria de tu nombre, del Padre y del Espíritu Santo. Amen.

Lector Dos: Elevemos nuestro amor al Dios que cuida nuestras vidas:


Todos: Padre Nuestro... Ave María... Gloria...

Segundo día: Nuestra dignidad de hijos

Lector Uno: Por el bautismo se nos dio un nombre único. Fuimos hechos hijos de Dios, hijos del Rey. Por esto podemos vivir en diálogo con la Santísima Trinidad. A ella la invocamos con la señal de la cruz:


Todos: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. (se persignan).


Lector Dos: Cada acontecimiento tiene un pasado y un futuro, es parte de mi historia de amor con el Dios vivo. Cuanto me sucede tiene sentido, si lo comprendo como algo que le ocurre a un hijo. Cada hecho es un paso más que recorre en el camino hacia la casa del Padre. Mario Hiriart fue un discípulo del padre José Kentenich. En su escuela aprendió a descubrir en su vida de laico en el mundo, al Dios que cuida, por su Providencia, de nosotros en todo.


Lector Uno: Un testimonio de Mario. Mario tenía muy mala salud. Ello, a veces, lo preocupaba, como a todos nosotros. “...Pero, ¿no es verdad que yo también a menudo soy víctima de temores angustiosos? Lo he experimentado claramente, durante los últimos meses, con mi salud... He tenido angustia, pavor, ante las fallas de mi organismo físico... Y eso me muestra con extrema claridad que estoy muy lejos de ser un hombre que vive de la fe en Dios...Pues si lo fuera no me inquietaría en lo más mínimo mi mala salud, ni mucho menos, mi falta de sueño: pondría todo de mi parte para mejorarla, pero si se producen fallas las aceptaría con naturalidad como un regalo del Padre Dios a fin de producir en mí un mayor desapego de toda seguridad natural y un total entregarse en las seguras y bondadosas manos con que Él en todo instante me sostiene. Por eso, Virgen María, Madrecita, tomaré conciencia de que estas perturbaciones de mi salud son positivamente queridas por Dios para mi felicidad y beneficio espiritual, aunque eso sea aparentemente una paradoja; allí debo vivir aquello de que “Dios es Padre, Dios es bueno, todo lo que Él hace es bueno”.


Lector Dos: Palabras del salmo 139, en la Sagrada Biblia: La mano de Dios conduce mi historia.

Lector Uno: Recemos juntos la oración del segundo día: Todos: Padre de misericordia, tú vienes conmigo en mi historia y por amor la conduces con sabiduría y poder. Dame reconocer mi pequeñez y transfórmala tú en camino de salvación. Ábreme los ojos para descubrir cómo me acompañas siempre, como el mismo respirar de mi vida. Amén.


Lector Dos: Mario pidió a la Virgen María, su Madrecita, que le mostrara la presencia de Dios en su vida diaria. La invocamos a ella. Que nos manifieste cómo el Padre nos guía a través de las circunstancias que ahora más nos preocupan. Hacemos silencio bajo la mirada amorosa del Padre de los cielos. (Pausa) Tomamos como propósito de este día: agradecer y alabar un regalo concreto que el Padre me ha hecho hoy.


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Todos: Jesús, Buen Pastor, te alabamos...


ORACIÓN POR LA BEATIFICACIÓN


Lector Dos: Glorifiquemos, santifiquemos el nombre del Padre que nos ama como a hijos únicos:

Todos: Padre Nuestro... Ave María... Gloria...


Tercer día: Ccomo Cristo, cargamos la Cruz


Lector Uno: Al bautizarnos, el ministro de la Iglesia nos marcó haciéndonos la señal de la cruz sobre nuestra frente. En la cruz del Calvario, Cristo derramó toda su sangre y murió por redimirme a mí y a mis hermanos, para liberarnos del pecado y sus consecuencias. Hoy renovamos este signo salvador:

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (se persignan).

Lector Dos: Cuando el Padre le dio al hombre el Paraíso, allí no había dolor, porque no había pecado. El pecado trajo el sufrimiento a la humanidad. Jesús se hizo hermano nuestro también en el dolor. Él cargó libremente con nuestras culpas, con todas nuestras penas y angustias y las transformó en oportunidades para crecer a más vida. En la cruz venció al pecado y al demonio, restableciendo nuestra relación de hijos con el Padre.


Lector Uno: Un testimonio de Mario. Mario es un redimido por Cristo y tiene profunda conciencia de esta realidad. Se asemeja a Jesús en el sufrimiento. Lo acepta con obediencia de hijo y quiere cargar el dolor de sus hermanos como Simón de Cirene, llamado el Cirineo, quien en la subida del Gólgota ayudó a Cristo a cargar la cruz. “Santísima Virgen, Madrecita, ayer hice una gran locura; locura a los ojos de cualquier hombre, locura aún para mí mismo. Te pedí ayer que, si lo estimabas conveniente y adecuado a tus planes, libraras a mi amigo Antonio de la pesada carga que lleva por su enfermedad (una depresión), y la dejaras caer sobre mí; él es quien lleva en nuestra comunidad la cruz más pesada: ¿ no puedo yo acaso ser su Cirineo? Madrecita, no conozco el destino que tu Hijo me depara, y si este pequeño y tímido acto que ayer he realizado tendrá alguna consecuencia sobre mi vida o la de Antonio; sólo te pido que si lo aceptas, me des también las fuerzas para sobrellevar las consecuencias que él me depara”.


Lector Dos: Palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo. “Los soldados llevaron consigo a Jesús dentro de la residencia de Herodes. Lo desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura. Trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña... Le escupían y le quitaban la caña para golpearle en la cabeza. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre, llamado Simón, que era de Cirene, y lo obligaron a llevar la cruz de Jesús”. Mt. 27,27.


Lector Uno: Recemos juntos la oración del tercer día: Todos: Señor Jesús, a lo largo de la vida el dolor nos oprime. A veces nuestra alma se revela y no nos damos cuenta de que también estás tú cerca de nosotros en las pruebas. En verdad, Señor, con nuestro sufrimiento podemos acompañarte en tu camino redentor. Enséñanos tú a encontrar tu amor redentor en todas las circunstancias de la vida, en especial cuando nos pidas que te ayudemos a cargar tu cruz y la de nuestros hermanos. Amén.


Lector Dos: Mario se ofrecía por sus amigos, como ese Simón de Cirene, que subiendo al monte Calvario, alivió al Señor su cruz. Ahora, desde el cielo, él puede interceder por nosotros ante el Dios que nos ama. Encomendemos a Mario lo que hoy nos preocupa. Hacemos silencio junto a Jesús en la subida al Calvario. (Pausa). Tomamos como propósito de este día: Preguntar a Jesús ¿ qué quieres decirme tú en esta dificultad concreta que hoy enfrento?


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Todos: Padre Nuestro... Ave María... Gloria...

Cuarto día: Unidos a Cristo en la Eucaristia

Lector Uno: Cristo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, se hizo hombre en la entraña de María. Al volver a su Padre quiso quedarse con nosotros en el Sacramento de la Eucaristía. Así Jesús, por la sagrada comunión, se convierte en nuestro alimento.


Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén (se persignan).


Lector Dos: Una planta sin agua se muere. Todos los seres vivos necesitan alimentarse. Nuestra fe y nuestro amor necesitan renovarse y ser fortalecidos. Por eso Jesús, para nutrirnos, se quedó en el Pan y el Vino, transformados por la Eucaristía, en su Cuerpo y su Sangre.


Lector Uno: Un testimonio de Mario. Mario quiso ser un “cáliz vivo, portador de Cristo a los hombres, como María”. Es un cáliz sediento de Cristo. Él dice que lo mueve el “instinto de cáliz” para abrirse y recibir la sangre de Jesús. En su diario de vida nos deja ver cuánta hambre tiene de Jesús presente en la Eucaristía. “...lo único que importa definitivamente en mi vida es el recibirte, Señor, unirme a ti en la Santa Comunión, para que tú habites en mí y yo en ti. Esa es la razón de ser de mi vida: unir mi naturaleza a ti, estar en todo momento contigo. Por eso, si no existiera la Santa Comunión, ni hubieras tú instituido ningún otro sistema para permanecer entre los hombres, para mí no habría razón alguna para vivir esta vida terrena. En ese caso te rogaría insistentemente que me quitaras la vida para terminar con tan insufrible separación. Ahora en cambio, si no puedo verte cara a cara, a lo menos te veo en las Sagradas Formas (el Pan y el Vino consagrados) y sé clarísimamente que tú vienes a mí y me tomas como tu morada, me atraes y me elevas a ti: eso es lo único que hace posible vivir en esta tierra”.


Lector Dos: Palabras de Jesús en el Evangelio de San Juan. “Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre”. Juan 6, 53-58.


Lector Uno: Recemos la oración del cuarto día: Digamos a Jesús una oración que Mario le dirigía lleno de fe:


Todos:: “Señor, haz que, con mi corazón me apronte para recibir tu visita. Ven, Señor, a elevarme, a hacerme digno de vivir, ven a bendecir mi pobre naturaleza con el regalo inmenso de ser acogido en ti”.


Lector Dos: Jesús se ha quedado para siempre con nosotros en el sacramento de la Eucaristía. Viene en cada Santa Misa a renovar su muerte y su resurrección. Nos alimenta con su Cuerpo y con su Sangre, y permanece en la hostia consagrada dentro de los tabernáculos de nuestros templos. Nos hace este regalo porque nos ama infinitamente y sabe cuánto lo necesitamos. Siempre, cada uno de nosotros se puede abrir para que Jesús lo visite. En un momento de recogimiento hagamos ahora una comunión espiritual recibiendo la presencia del Señor en nuestro corazón. (Pausa). Tomamos como propósito de este día: Participar dignamente y con fervor en la Eucaristía del próximo domingo, o hacer una comunión espiritual.


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Lector Dos: Jesús regala, día a día, a su Iglesia el Cuerpo y la Sangre que recibió de María en la encarnación. Con sus propias palabras, pidamos hoy el alimento para nuestro espíritu y nuestro cuerpo.


Todos: Padre nuestro... Ave María... Gloria...

Quinto día: Caminando con Maria


Lector Uno: Antes de morir, Jesús nos regaló a su Madre, María. Ella nos educa a ser verdaderos hijos, viviendo nuestro bautismo. En ese primer sacramento fuimos marcados con el signo de la cruz en el nombre de la Santísima Trinidad. Ahora lo renovamos al hacer el signo de la cruz.


Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (se persignan).


Lector Dos: El primer contacto con el mundo que un niño tiene es su madre. Así lo quiso el Dios creador. Cuando envió a Cristo para redimirnos también nos dio una madre, para conquistar lo más profundo de nuestro corazón. Mario Hiriart tuvo por educadora de su fe a la Santísima Virgen. Ella lo formó desde su santuario de Schoenstatt en Bellavista, La Florida, al pie de los Andes, en Santiago de Chile.


Lector Uno: Un testimonio de Mario. La Iglesia en el Concilio Vaticano II declaró que su modelo es María. Que ser cristiano es vivir como Ella. Años antes de ese Concilio, Mario quiere seguir el ejemplo de María y se confía a su intercesión. “Madrecita, veo cada día con más claridad, que todos mis ideales se resumen siempre simplemente en ser como tú, vivir como tú, actuar como tú. Te ruego que me concedas la gracia de no sólo saber esto, sino vivirlo intensamente. Que mi amor a ti, que afectivamente es tan fuerte, me transforme efectivamente en un reflejo tuyo, en tu imagen, tu transparencia...Madrecita, que mi nostalgia de ti y de tu amor me consuma cada día más y más, para que al fin me lleves al cielo.-”


Lector Dos: Narración de la hora del Calvario en el Evangelio de San Juan. “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego dice al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa”. Juan 19, 25-28.


Lector Uno: Recemos juntos la oración del quinto día: Con Mario decimos el Magnificat, el cántico de alabanza que la Santísima Virgen elevó en la visita a su prima Santa Isabel. Mario pronunció estas palabras poco antes de morir. Así agradeció al Padre por el don de su vida, en medio de intensos dolores y de mucha angustia.


Todos: Magnificat


Lector Dos: San Juan, a nombre de toda la Iglesia, recibió a María junto a la cruz. Mario la recibió como su madre, le ofreció su vida y se dejó educar por ella. Hagamos un momento de silencio junto a María. (pausa) Tomamos como propósito de este día: Preguntémonos ¿cómo puedo vivir hoy junto a la Stma. Virgen, causándole alegría?.


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Lector Dos: Con María, madre de Jesús y madre nuestra, saludamos al Padre del cielo.


Todos: Padre Nuestro... Ave María... Gloria...

Sexto día: SOMOS IGLESIA, FAMILIA DE LOS BAUTIZADOS.

Lector Uno: Por el Bautismo hemos sido incorporados a la Iglesia. Por el Espíritu Santo, en ella nos reconocemos hermanos, hijos de un mismo Padre. Formamos una sóla familia que tiene su origen en el amor de la Santísima Trinidad. En unión a todos los bautizados decimos:


Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (se persignan).


Lector Dos: El Dios que Cristo nos reveló no es un solitario. Es el Dios-familia, la Santísima Trinidad. Por eso los bautizados, siendo hijos de Dios, somos siempre hermanos, miembros de la Iglesia.


Lector Uno: Testimonio de Mario: El Padre y Cristo forman la más estrecha unidad por el Amor que es el Espíritu Santo. Así lo reveló Jesús en la Última Cena. Por la gracia santificante, entramos a participar de esa misma unión. Las comunidades de Iglesia, la Iglesia entera, son familia en ese mismo Amor. Mario lo vivió así.“ ¿Qué es, pues, esto que llamamos ‘espíritu de familia’? Es el amor familiar, el lazo de amor que une y entrelaza a padre, madre y hermanos... Lo que en la familia natural es un vínculo nacido de la carne y elevado al plano de lo espiritual, en nuestra comunidad nace de un vínculo aparentemente más tenue, pero que se fundamenta sobre la fuerza más real que existe sobre la tierra y que pueda actuar entre los hombres: la de la gracia. Un vínculo que, cuando ha tomado verdaderamente al hombre, lo coge hasta en lo más profundo de su ser y lo eleva a las alturas más sublimes que le es dado alcanzar, pues entonces se trata no del simple amor humano, sino de la participación en el amor divino... El Padre quiere llevarnos a ser uno en Cristo, así como él y el Hijo son uno, tal como Cristo lo pidió en la Última Cena...”.


Lector Dos: Palabras del Nuevo Testamento en el Evangelio de San Juan. “No ruego solamente por ellos, sino también por los que han de creer en mí por su palabra. Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me has dado para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en la unidad. Y conozca el mundo que tú me has enviado y los has amado, como a mí me has amado. Yo les he revelado tu nombre y lo revelaré, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos”. Juan 17, 20-23. 26.


Lector Uno: Recemos juntos la oración del sexto día.


Todos: Señor Jesús, no quisiste que camináramos solos por esta vida. Por el bautismo nos hiciste parte de tu Iglesia, Pueblo de Dios; donde compartimos el don de tu verdad y de tu gracia. Ayúdanos a vivir en ella como hermanos y a sentirnos responsables el uno por el otro, regalándonos acogimiento, compañía y solidaridad.


Lector Dos: Jesús nos guía por su Espíritu Santo que nos habla por el Papa y los Obispos. Agradezcamos por pertenecer a esta familia de Dios. (pausa). Tomamos como propósito de este día: Dejarnos un momento personal para revisar nuestra pertenencia a la Iglesia de tal manera que cada uno pueda decir más verdaderamente la Iglesia es mi Iglesia.


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Lector Dos: Como hermanos, saludamos a nuestro Padre del cielo.

Todos: Padre nuestro... Ave María... Gloria...


Séptimo día: Vivir en la Creacion


Lector Uno: Dios no necesitaba del mundo y de los hombres para ser feliz. Por pura generosidad regaló la existencia a todo lo creado. Dejó su huella en todas las cosas, en forma muy especial en el hombre, al que creó a imagen y semejanza suya. Él nos dio la inteligencia y la sensibilidad para gozar su sabiduría y su belleza en el mundo.


Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (se persignan).


Lector Dos: El hombre ha descubierto muchas posibilidades para utilizar los recursos de la naturaleza. Así desarrolló múltiples tecnologías que han proporcionado avances a la humanidad. Pero también algunos de esos adelantos han traído graves problemas. Tenemos que lograr una nueva manera de relacionarnos con la creación, encontrando a Dios en ella y administrando bien los dones que el Padre nos ha confiado.


Lector Uno: Testimonio de Mario: Mario amaba la naturaleza y en ella encontraba siempre con alegría la huella del Creador: “Esta mañana, cuando paseaba por el camino de acceso a nuestra casa, vi un espectáculo que me fascinó: un pajarito que se movía de rama en rama ágilmente, tan “huachito” que no arrancó cuando yo me acerqué a no más de un par de metros; mientras lo contemplaba, me di cuenta de que había un silencio casi total y en ese momento se oyó cantar a lo lejos a otro pájaro, con un canto extraordinariamente melodioso; Madrecita, tuve tal conciencia de que el buen Dios había querido darme ese instante de intensa felicidad, en la paz y amor espontáneo de la naturaleza, que me habría arrodillado para adorarle y darle gracias”.


Lector Dos: Relato de la creación del mundo en el libro del Génesis. “Y dijo Dios: ‘Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y a los reptiles que se arrastran por el suelo’. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y los bendíjo Dios, y les díjo: ‘Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que viva sobre la tierra”. Gn. 1, 26-28.


Lector Uno: Recemos la oración del séptimo día. Alabemos hoy, con gozo y gratitud al Dios creador con las palabras del Salmo.

¡Aleluya!
Alaben al Señor en las alturas;

Que lo alaben ustedes, sus ángeles,
Que lo alaben ustedes, sol y luna,
que lo alaben, estrellas luminosas,
que lo alaben los cielos de los cielos
y las aguas que están sobre los cielos.

Que alaben al Señor desde la tierra
los grandes peces que nadan en el mar
y todos sus abismos;
el fuego y el granizo, la nieve y la neblina,
el vendaval, que lleva su palabra;
las montañas y todas las colinas,
los árboles frutales y los cedros;
las fieras y además los animales
que le sirven al hombre,
los reptiles, los pájaros que vuelan;
los reyes de la tierra
y todas las naciones
los jóvenes y también las muchachas,
los ancianos al lado de los niños.

Que el Nombre del Señor todos alaben, porque sólo su Nombre merece toda gloria.


Lector Dos: La naturaleza nos habla del amor de Dios por nosotros. Toda ella es regalo suyo. El primer don somos nosotros mismos, nuestra manera de ser, nuestra alma y nuestro cuerpo. Adoremos en la naturaleza, en cada ser humano, adoremos al Dios vivo con filial admiración. (pausa) Tomamos como propósito de este día: Tener hoy un momento de agradecimiento por aquello que a mí me parece lo más bello y valioso de la creación.


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Lector Dos: En comunión con toda la creación saludemos al Padre de cielo y tierra:

Todos: Padre Nuestro... Ave María... Gloria...

Octavo día: El trabajo, participacion en actividad de Dios

Lector Uno: La Santísima Trinidad es amor. El amor no es pasivo, se da, actúa y se mueve. El Padre crea, sostiene y gobierna el mundo. Esa acción nos ha dado la existencia , nos ha redimido y nos santifica.


Todos: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. (se persignan).


Lector Dos: Después del pecado original, el trabajo también significa cansancio. Tampoco todos tienen un trabajo remunerado. Otros no trabajan en lo que quisieran o no reciben un pago justo. Otros sienten que no se valora suficientemente lo que hacen. Pero el trabajo es primeramente un don, una invitación, una oportunidad. Trabajar es participar en la labor creadora de Dios, es una forma de compartir con los hermanos sirviéndolos responsablemente. Es un camino, una gran escuela de crecimiento personal.


Lector Uno: Testimonio de Mario: Mario Hiriart es un laico, profundamente laico, un ingeniero, que quiere vivir estrechamente unido a Dios en la vida diaria, en el trabajo, quiere ser santo en medio del mundo. El lucha por una nueva cultura del trabajo. Él quiere un mundo donde, por “la colaboración del hombre y la mujer con Dios”* se perfeccione la creación para bien de todos. Mario escribe en su diario de vida: “Necesitamos ingenieros que cambien el concepto vital de la ingeniería simplemente viviéndola de otro modo y hasta sus últimas consecuencias, y arquitectos, abogados, agrónomos, etc., que hagan otro tanto con su profesión; necesitamos artistas - poetas , músicos, pintores - que hagan arte centrados en Dios, y a la vez captando los valores vitales de su época, recogiendo todas sus inquietudes e impulsos; necesitamos filósofos que se compenetren de estos problemas, que los capten, y, en contacto con todas las manifestaciones de vida del tiempo las interpreten y encaucen a la creación de toda una nueva estructura filosófica y teocéntrica”.

* Ver Catecismo Católico Nº 378.


Lector Dos: Palabras de Jesús en el Evangelio de San Juan. “Pero Jesús le replicó: ‘Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo. Tengo que trabajar en las obras del que me ha enviado, mientras es de día. Llega la noche cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo”. Juan 5,17; 9,4.


Lector Uno: Recemos juntos la oración del octavo día:


Todos: Padre, tú nos has hecho participar por el trabajo en la dignidad y en la belleza de tu obra creadora en el mundo. Ayúdanos a trabajar como Jesús, María y José lo hicieron en Nazaret. Que así sepamos compartir los talentos, capacidades y frutos con los hermanos y crecer como hijos responsables en tu Reino.


Lector Dos: El trabajo puede llegar a ser una alabanza cotidiana, una forma de amar a los demás, de servirlos y de alcanzar una mayor libertad interior. (pausa). Tomemos como propósito de este día: El Dios vivo quiere que trabajemos con fuerza comprometiendo nuestra voluntad por amor, allí donde nos va ofreciendo un lugar para colaborar con él. Me propongo cumplir hoy mis obligaciones de trabajo realizándolas con amor y alegría. A la luz de la dignidad cristiana del trabajo quiero emprender mañana mi trabajo cotidiano con mayor responsabilidad y alegría.


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Todos: Padre Nuestro... Ave María... Gloria...

Noveno día: Enviados en la fuerza del Espiritu Santo

Lector Uno: El Espíritu Santo es el fuego que impulsa a los cristianos a proclamar y dar testimonio del Evangelio, para que la sangre de Cristo derramada en la cruz sea fecunda en todos los hombres.


Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (se persignan).


Lector Dos: Jesús fue enviado por el Padre para salvar a los hombres. Murió y resucitó por todos. Para que la redención llegue a nuestras vidas, el Padre y el Hijo nos dan su Espíritu Santo. En Pentecostés lo infundieron ellos en abundancia en la Iglesia. Ese Espíritu escoge en nuestro tiempo apóstoles y misioneros que sean sus fieles instrumentos. Por amor no quiere actuar solo, eleva a débiles hombres, los asocia como cooperadores en la obra de salvación del mundo.


Lector Uno: Un testimonio de Mario. Mario tenía un profundo sentido litúrgico. Le gustaba tomar oraciones de la liturgia de la Iglesia para su uso personal. Escoge el texto de la Secuencia de Pentecostés para implorar el vigor del Espíritu Santo. Su mala salud lo tiene muy debilitado y le agobia el exceso de trabajo. Es ahí cuando clama por la fuerza que viene del Paráclito. “Me propongo, Madrecita, rezar cada día al Espíritu Santo acentuando sobre todo la súplica “En fuego puro torna lo estéril...” Cada vez se hace más evidente, Madrecita mía, que es imposible mantener el entusiasmo si no es por la fuerza de la gracia; porque el peso de la naturaleza es demasiado grande para nuestras débiles fuerzas: una vez pasado el primer entusiasmo, las fuerzas van cediendo paso, cada vez más, a las debilidades y entonces es precisamente el momento en que sólo cabe abandonarse a la gracia, pero colaborando con ella con todas nuestras fuerzas, aún con las poquísimas que nos restan... Madrecita mía, ¡cuánta falta me hace hoy vivir el contenido de esta expresión, hoy que me siento tan mal como para desear sólo estar en la cama, y sin embargo, debo ir a la Universidad, asistir a reuniones, hacer dos horas de clases, resolver un montón de problemas, hablar con el P. Humberto, etc....! Hace falta una actitud sobrenatural que yo no poseo para hacer todo esto alegremente. Madrecita ¡qué fácil es olvidarse de todo esto en el agotador trajín de nuestra vida diaria!. Y sin embargo, Dios nos pide que no lo olvidemos, sino que cada vez nos centremos más en ello hasta hacerlo el eje en torno al cual gire nuestra vida diaria...”Espíritu Santo, torna en fuego puro la estéril frialdad”.


Lector Dos: Palabras del final del Evangelio de San Lucas. “A estos mismos, después de su pasión, se les presentó dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausenten de Jerusalén, sino esperen el prometido del Padre, ‘recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.


Lector Uno: Recemos juntos la oración del noveno día: El padre José Kentenich fue el maestro espiritual de Mario, en el campo de concentración de Dachau escribió una oración una meditación sobre Pentecostés. En ella ve a la Virgen en el Cenáculo rodeada de los apóstoles. A ella le pide que implore al Espíritu Santo para que nosotros, ahora, seamos enviados al mundo como miembros de la Iglesia que es portadora de la victoria de Cristo resucitado.


Todos: Madre, en medio de los apóstoles, con tu poderosa intercesión, imploras la prometida irrupción del Espíritu Santo, por la cual fueron transformados débiles hombres y se indica a la Iglesia la ruta de victoria. Abre nuestras almas al Espíritu de Dios, y que Él nuevamente arrebate al mundo desde sus cimientos.

Lector Dos: El Espíritu Santo vino, en Pentecostés, sobre los Apóstoles reunidos con María. Descendió como fuego ardiente y viento impetuoso. Jesús había dicho “he venido a traer fuego a la tierra ¿qué puedo querer sino que arda? Este fuego es su amor exigente porque nos enamora y nos invita. El quiere de nosotros que tomemos conciencia de nuestro bautismo y de nuestra confirmación. Esto significa ser corresponsables de la extensión del Reino. Nuestra fe tiene que ser fecunda en otros. El árbol que no da frutos se seca y será cortado. (pausa) Tomamos como propósito de este día: dar testimonio a una persona determinada, por un servicio, por un gesto, por una palabra, del amor que Dios le tiene haciéndole notar lo positivo y bueno, señalándole la presencia del Espíritu Santo en su vida o la vida de la Iglesia.


Lector Uno: Oración por la beatificación.


Lector Dos: Es el Espíritu que clama en nosotros: “Abbá, querido Padre”. Movidos por él nos atrevemos a decir confiadamente:


Todos: Padre Nuestro... Ave María... Gloria...

Testimonios

1.- “Fui al santuario de Bellavista para pedirle a Mario que protegiera a nuestros hijos y los ayudara en sus exámenes de ingeniería civil industrial de la Universidad de Chile. A las 12,40 estuve rezando junto a la tumba de Mario. A la misma hora nuestro hijo Ignacio, por tratar de pescar una pelota, se cayó de una terraza de cuatro metros de altura. Él es muy macizo y ese tremendo peso cayó al suelo. Iba cayendo de cabeza, pero su pierna topó con algo y se desvió cayendo sobre el hombro. Tuvo insignificantes consecuencias. La doctora le dijo ‘te has salvado de una buena, anda a darle las gracias a un santo puesto que esto es un milagro.” Cecilia Navarro de Jaque.


2.- “Yo trabajo en el Vaticano como traductora e intérprete. Además estudio teología. Compaginar las dos cosas sale difícil, especialmente en el tiempo de exámenes. Para colmo me adelantaron el examen de Cristología y Santísima Trinidad, las materias más difíciles y largas. Me encomendé a Mario. Estudié fuerte, pero me pongo nerviosa. El resultado es que me saqué la nota máxima en los dos exámenes y estuve bien tranquila.” Birgitt W., Roma, marzo de 1998. Recogido por P. Joaquín Alliende L.


3- “Mi hijo estaba postulando a su casa propia. Tuvo varios problemas. Yo fui a la tumba de Mario en Bellavista. Ahora mi hijo tiene su casita. Gracias Mario.” Una peregrina


4- “Soy Gerente General de una gran empresa, con filiales en los cuatro continentes. El trabajo es muy exigente y debo tomar responsabilidades económicas y administrativas que repercuten en miles de familias. Quiero ser justo y, a la vez, buscar las soluciones que optimicen los recursos de los cuales disponemos. En un día especialmente crucial, viendo el panorama que aguardaba durante la jornada, he encomendado a Mario Hiriart el que fuera mi intercesor ante Dios vivo. En forma sorprendente él ha escuchado mi oración. Al terminar este día quiero dejar constancia agradecida de este favor que me ha traído paz en el corazón y que me ha concedido un don del cual muchos otros podrán usufructuar.” P. K., Austria. 8 de mayo de 1998.


5.- “Todas mis amigas estaban pololeando y me sentía bastante sola. Conocí a un chiquillo y me comenzó a gustar. Pensé que con él podría pasar algo lindo y serio. Fui a pedirle a Mario que él se enamorar también. Comenzamos a salir. Un día fuimos a Bellavista a visitar a Mario. Fue allí donde empezamos a pololear. Ahora le encargo a Mario que cuide de nuestro cariño.” XX.


6.- “Tuve cáncer grado dos. Gracias a las súplicas estoy nuevamente de pie. Gracias a Mario Hiriart.” Devota de la Virgen Tres Veces Admirable.


Como Cooperar, cómo agradecer a Mario

Con oraciones, uniéndose a la Cadena de Intercesión (grupo de personas que se unen en oración por quienes se han encomendado a Mario). Con aportes económicos para ayudar a los muchos costos del Proceso de Canonización. Comunicándonos los favores que ha obtenido por la intercesión de Mario Hiriart.


Dirigirse a Fundación Mario Hiriart

Abadía 142, Las Condes, Santiago, Chile.

Fono: (56-2) 2125411
Email:
fundacion@mariohiriart.cl

www.mariohiriart.cl

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